El olor a aceite caliente, el constante rugido de los extractores y el chisporroteo de los fogones marcan el pulso de cualquier cocina profesional. Sin embargo, detrás de la intensidad del servicio diario, se esconde un riesgo que no admite demoras: el fuego. No hablamos solo de cumplir con la normativa vigente, sino de garantizar la seguridad de las personas, proteger el negocio y salvaguardar los recursos y esfuerzos invertidos.
Hoy más que nunca, la protección contra incendios en cocinas escolares y profesionales es vital. Los centros educativos no solo preparan alimentos, sino que también albergan a niños, personal docente y de apoyo, donde un descuido podría derivar en un desastre. La instalación de sistemas de extinción automática no es una opción, es una obligación moral y una inversión en tranquilidad.
Los sistemas de extinción automática en cocina se convierten así en la primera línea de defensa frente a incendios repentinos, capaces de actuar en segundos y limitar daños materiales y personales de manera notable.
La realidad es contundente: los incendios en cocinas profesionales ocurren con frecuencia y rapidez. Una freidora descuidada, un fogón encendido o la acumulación de grasa en campanas y conductos puede desencadenar un incendio en minutos. Aquí, la diferencia entre una anécdota y un siniestro grave es un sistema de extinción automática bien instalado.
Muchos locales de hostelería deciden anticiparse, no esperan a que la ley los obligue, comprendiendo que una instalación automática de extinción de incendios es tan esencial como el propio equipamiento de cocina.
El Código Técnico de la Edificación (CTE), a través del Documento Básico de Seguridad en caso de Incendio (DB SI), establece criterios claros:
La potencia se calcula sumando solo aparatos que puedan generar fuego, como freidoras, planchas y fogones. Las freidoras se computan a razón de 1 kW por litro de capacidad, lo que puede disparar rápidamente la potencia total de la cocina.
Incluso por debajo de estos límites, muchos locales optan por instalar sistemas automáticos. La razón es doble: proteger la cocina y evitar que sea clasificada como espacio de riesgo especial, lo que implica medidas adicionales y costosas como puertas cortafuegos o elementos ignífugos. En este contexto, la extinción cocinas se convierte en la opción más rentable y segura.
Según la nota (1) del DB SI: “No se consideran locales de riesgo especial aquellas cocinas que estén protegidas por un sistema automático de extinción”. Esto significa que una instalación correcta no solo protege a las personas y al negocio, sino que simplifica la gestión administrativa y reduce costos.
En términos prácticos:
El cumplimiento de estas normas asegura que cualquier incendio pueda ser controlado en segundos, evitando daños materiales graves y riesgos para la integridad del personal.
No cualquier equipo sirve. Los sistemas de extinción automática deben cumplir con la UNE 23501:2017, que establece los requisitos técnicos mínimos. Además, la instalación debe ser realizada por empresas autorizadas y registradas en el sector de Protección Contra Incendios.
Elementos imprescindibles:
El incumplimiento de estos requisitos puede acarrear sanciones, nulidad del sistema y problemas con seguros.
El sistema Protex destaca por su rapidez, fiabilidad y facilidad de instalación. Utiliza un agente extintor espumógeno seguro para el personal y eficaz sobre todo tipo de aparatos de cocina. Su funcionamiento combina:
No requiere boquillas específicas por tipo de equipo, siendo eficaz desde planchas hasta woks sin configuraciones adicionales.
En el mundo de la hostelería, donde la presión del servicio es constante, disponer de un sistema de extinción automática es una decisión estratégica. Permite cumplir con la normativa, asegurar la protección del personal y minimizar pérdidas materiales sin necesidad de reformas complicadas.
La prevención no solo se traduce en seguridad, sino también en ahorro económico, tranquilidad y reputación. Una cocina protegida es sinónimo de eficiencia y responsabilidad.
1. Analizar la potencia instalada en la cocina para determinar la obligatoriedad normativa.
2. Seleccionar un sistema certificado y cumplir estrictamente la UNE 23501:2017.
3. Contratar empresas habilitadas en protección contra incendios.
4. Mantener inspecciones periódicas para garantizar su correcto funcionamiento.
5. Educar al personal sobre el uso y protocolos del sistema de extinción.
Por lo tanto, instalar un sistema de extinción automática en cocinas no es solo una obligación legal en muchos casos, sino una medida esencial de protección. Su correcta instalación y mantenimiento aseguran la integridad de las personas, del negocio y de los recursos, evitando tragedias que pueden cambiarlo todo en segundos.
En un sector donde cada minuto cuenta, la prevención y la inversión en seguridad se convierten en elementos indispensables para cualquier cocina profesional, escolar o residencial.