Hay leyes que parecen dormidas en el BOE y hay leyes que, de pronto, se vuelven vitales cuando la realidad nos recuerda lo frágil que es todo. El Real Decreto 513/2017 es uno de esos textos que, lejos de ser una mera formalidad, define la forma en la que nos protegemos frente a un incendio. Y dentro de esa protección, hay un protagonista silencioso, discreto, pero esencial: la Boca de Incendio Equipada (BIE).
Entender cómo se instalan, cómo se mantienen y por qué son hoy más importantes que nunca es mucho más que una cuestión de cumplimiento normativo. Es una cuestión de vida. En estas líneas repasamos con detalle lo que establece el RD 513/2017 sobre las BIEs, sus requisitos y la trascendencia de instalarlas correctamente.
Las estadísticas no engañan: cada año, miles de incendios en viviendas, locales comerciales e industrias terminan con daños materiales y, en demasiados casos, con víctimas. La diferencia entre un susto y una tragedia suele estar en la rapidez con la que se actúa en los primeros minutos. Y ahí entra en juego la importancia de los equipos de protección contra incendios. Extintores, sistemas de detección y, por supuesto, las BIEs son la primera línea de defensa, la herramienta que puede dar tiempo a evacuar y contener un fuego hasta que lleguen los bomberos.
Las BIEs no son accesorios, no son un trámite para cumplir con el seguro. Son, literalmente, el grifo que puede salvar vidas. En entornos industriales, oficinas, hospitales o centros educativos, su instalación correcta es tan importante como la propia estructura del edificio.
Una Boca de Incendio Equipada es un punto fijo de suministro de agua diseñado para actuar de inmediato frente al fuego. Se compone de un armario metálico señalizado, una manguera —que puede ser semirrígida o plana—, una válvula de apertura, una boquilla regulable y los elementos de conexión a la red de abastecimiento. Su sencillez es su mayor virtud: abrir, desplegar y dirigir el agua hacia el fuego. Nada más. Nada menos.
Su uso está pensado tanto para bomberos como para personal no especializado, siempre que cuente con nociones básicas de seguridad. Y lo cierto es que, en la práctica, su efectividad en los primeros minutos de un incendio puede marcar la diferencia.
En el mercado existen diferentes configuraciones, pero dos son las más habituales: las de 25 mm de diámetro, más ligeras y fáciles de manejar, y las de 45 mm, con mayor caudal, pensadas para equipos de intervención más entrenados. En cualquier caso, hablamos de dispositivos que, instalados en el lugar correcto, son capaces de contener el fuego antes de que se vuelva incontrolable.
Conviene recordar que el RD 513/2017 no solo regula cómo deben instalarse, sino también cómo deben revisarse y mantenerse. Porque de poco sirve tener un equipo impecablemente instalado si, llegado el momento, la manguera se quiebra o la válvula no abre.
El Real Decreto establece una serie de reglas precisas. No son caprichosas. Responden a la experiencia acumulada en décadas de incendios analizados, errores corregidos y lecciones aprendidas. Así, el RD 513/2017 determina:
No se trata solo de cumplir con la ley. Se trata de tener la certeza de que, en caso de incendio, la herramienta funcionará. Por eso, muchas empresas que buscan reforzar la seguridad de sus instalaciones incorporan no solo extintores, sino también bocas de incendios equipadas en puntos estratégicos.
No todas las BIEs son iguales. Y no todas sirven para los mismos escenarios. El RD 513/2017 distingue entre dos grandes tipos:
Elegir una u otra no es cuestión de preferencia estética, sino de adecuación al riesgo y al perfil de los usuarios que puedan verse obligados a utilizarlas. En cualquier caso, el RD 513 exige que la instalación sea clara, accesible y siempre señalizada. Un detalle aparentemente menor, pero que, en una situación de humo y caos, puede ser la diferencia entre encontrarla a tiempo o no.
En entornos donde la rapidez lo es todo, contar con BIE 25 mm es apostar por la inmediatez y la facilidad de uso.
El reglamento de instalaciones contra incendios no se limita a las BIEs. Es un marco que incluye extintores, detectores, señalización, sistemas de alarma y elementos de evacuación. Lo que pretende es coordinar un sistema integral donde cada pieza cumple su función y ninguna falla cuando más se necesita.
Por eso, más allá de las BIEs, el decreto insiste en aspectos como la altura de colocación de pulsadores y extintores —entre 0,8 y 1,2 metros—, la vida útil máxima de elementos como detectores (10 años) o la obligatoriedad de incorporar alumbrado de emergencia y mantas ignífugas en determinados entornos.
En suma, no se trata de una lista de requisitos burocráticos, sino de un engranaje completo que define la manera en la que nos defendemos del fuego. Y en ese engranaje, la protección contra incendios cobra sentido como concepto integral, no como una suma de piezas aisladas.
Una BIE que no se revisa es una BIE muerta. Así de simple. El RD 513/2017 obliga a controles periódicos realizados por empresas autorizadas, que deben comprobar la presión de la red, el estado de la válvula, la boquilla, la manguera y la accesibilidad del armario.
Además, cada 5 años es obligatorio realizar una prueba de presión para garantizar que las conducciones no presentan fugas ni daños ocultos. Y cada 20 años, la manguera debe sustituirse. Ningún aplazamiento es admisible, porque en seguridad contra incendios, el tiempo nunca perdona.
Más allá de la obligación legal, cumplir con el RD 513/2017 aporta beneficios tangibles:
Una Boca de Incendio Equipada no es un adorno rojo en la pared. Es un compromiso con la seguridad, una herramienta silenciosa que aguarda el momento en el que puede salvar vidas. El RD 513/2017 no inventa esa importancia: la organiza, la regula y la exige. Instalar una BIE siguiendo la normativa es, en realidad, instalar un seguro de vida colectivo.
Y aunque muchas veces preferimos no pensar en ello, la realidad es clara: cuando el fuego aparece, lo único que importa es que los equipos estén ahí, funcionando, listos. Todo lo demás, después.